miércoles, 27 de enero de 2010

Algo de vos me quisiera llevar.

...y un próspero año nuevo.

Las dos agujas se superponen, uno junta su copa e inevitablemente reflexiona. Los propósitos se venían meditando hace tiempo, aceptémoslo, uno cree que porque al escribir la fecha le sumamos un número más, se vuelve a empezar. Que un cuaderno se cierra, se da por concluido y se comienza a escribir en uno nuevo que nada tiene que ver. Como si un insignificante numerito hiciera desaparecer las infinitas variables que nos determinan.
Como si dejar de decir "dosmilnueve" para decir "dosmilDIEZ" borrara nuestras huellas digitales, las cosas que sentimos, los pasos que caminamos, las cartas que escribimos, los besos que dimos, las cosas que sentimos, los sueños que tuvimos. Todo eso se termina... ¿y ahora?
¿De un segundo a otro nos vamos a un lugar donde no conocemos a nadie que nos determine, donde tenemos una cultura totalmente diferente, donde hace falta volver a formar nuestro pensamiento y nuestras costumbres como para comenzar una vida nueva? No.
Proponerse cambiar de forma radical es realmente estúpido y verdaderamente imposible. Podemos tal vez, intentar mejorar, modificar malas costumbres, crecer, pero acá es donde el tiempo juega el papel más importante, el que lamentablemente de a poco nos lleva a lograr nuestro objetivo.
De todas formas, no está mal intentarlo...