jueves, 27 de mayo de 2010

Me porto bien.

-Sos un histérico.
-¿Por qué me decís eso?- dice sin culpa tras escuchar lo que hasta ese momento nadie se había animado a decirle, y yo me saqué las ganas.

Pasan unos minutos, y el idiota, que esta vez me sorprendió haciéndome esperar solamente 10 minutos, me cuenta su actual historia amorosa:
-Tengo dos novias, pero te confieso que no soy fiel (¡NO! ¿EN SERIO?), las cago en los boliches, o con chicas que me encuentro de vez en cuando.

No se asombre: él es así. Uno a veces cree que se puede hacer cornudo a alguien, un poco, un placer de un ratito, o tal vez tener un amante, pero aquí encontramos un verdadero disfrute en meterle las guampas a su (o SUS) compañías.
Pero esto no es todo. Para satisfacción de la otra parte, el idiota confiesa que allá en el fondo tiene un uso de razón:
-Sé que todo vuelve, y ya me está volviendo. Soy terriblemente cornudo, pero yo me lo busqué.

Escuchar eso es satisfacción femenina.

viernes, 14 de mayo de 2010

bajo ningún aspecto.

¡Pero no! Retomemos lo dicho o, mejor, reformemoslo. Bajo ningún aspecto uno tiene que bancarse las pelotudeces del otro, no. ¿Acaso uno nunca tuvo un sueño? Concéntrese en realizarlo. Y si su tren ya pasó, no se desespere: espere el que sigue, incluso puede que este sea rápido.
No tiene sentido mirar a los costados, salvo para cruzar. La gente no lo hace.
Si usted se cae, probablemente nadie se acerque y todos sigan su camino. O tendrá alguien el amable gesto de extenderle el brazo y ayudar a que se ponga de pie, pero mientras usted se sacude las rodillas y la parte inferior del saco, el tipo se habrá esfumado, y no le habrá dado tiempo de levantar la mirada y darle las gracias. Así de perplejo se quedará mirando la nada, mientras la gente sigue pasando a su alrededor, y usted queda en el medio como un estorbo, asombrado por lo que le acaba de suceder.
No tiene sentido: esperar que alguien se de cuenta de lo que vale, vivir de ilusiones sin hacer algo por conseguirlas, no luchar por lo que uno quiere, no frenar las injusticias con las que vivimos. Pero lo que menos tiene sentido es vivir amargándose la vida, por eso le aconsejo que sonría, y haga sonreír, y no le de bolilla a reflexiones pesimista como esta.

domingo, 2 de mayo de 2010

en varios aspectos.

"El problema no es "la soledad del hombre", ni el carácter ontológico de si es gregario o no, sino un problema de eficencia e interés individual: si al ser humano "le conviene" o no estar con los demás."
en Leyes y sombras de Adam Smith, por José Castillo.


Lo mismo sucede en todos los aspectos de la vida. Cuántas veces dejamos de ver a alguien sólo porque no nos conviene. Nos trae problemas, no la pasamos tan bien, hay que escuchar demasiado, hacer un esfuerzo que creemos que no vale la pena, o simplemente preferimos hacer otra cosa. Y después nos quejamos de no tener un oido, un abrazo, un compañero.
Tal vez ese "aguantar un poco" nos recompense más adelante y nos quedamos con la inmediatez de que todo sigue aparentemente igual. Qué extraño, porque siempre sucede.