jueves, 27 de mayo de 2010

Me porto bien.

-Sos un histérico.
-¿Por qué me decís eso?- dice sin culpa tras escuchar lo que hasta ese momento nadie se había animado a decirle, y yo me saqué las ganas.

Pasan unos minutos, y el idiota, que esta vez me sorprendió haciéndome esperar solamente 10 minutos, me cuenta su actual historia amorosa:
-Tengo dos novias, pero te confieso que no soy fiel (¡NO! ¿EN SERIO?), las cago en los boliches, o con chicas que me encuentro de vez en cuando.

No se asombre: él es así. Uno a veces cree que se puede hacer cornudo a alguien, un poco, un placer de un ratito, o tal vez tener un amante, pero aquí encontramos un verdadero disfrute en meterle las guampas a su (o SUS) compañías.
Pero esto no es todo. Para satisfacción de la otra parte, el idiota confiesa que allá en el fondo tiene un uso de razón:
-Sé que todo vuelve, y ya me está volviendo. Soy terriblemente cornudo, pero yo me lo busqué.

Escuchar eso es satisfacción femenina.

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