martes, 1 de junio de 2010

A pesar.

"No quiero ir más al colegio. Prefiero ir a trabajar que por lo menos te pagan" decía el niño, quejándose, a la mañana. ¿Quién no lo ha pensado? En un abrir y cerrar de ojos ese niño se encuentra con unos años más, trabajando 9 horas al día y con un sueño mucho peor. Porque este sueño no son sólo ganas de quedarse calentito en la cama un rato más, trae un plus de cansancio de hace varios días, ya que el niño-adulto ahora va a la facultad una vez que sale del trabajo, y eso le lleva tiempo.
Y mientras antes el problema era tener menos tiempo para salir a la vereda a jugar, ahora es cuándo cornos va a descansar.
Ya no es cantidad de hojas, sino cantidad de libros.
No es tratar de hacer rápido el trabajo en grupo para tomar la leche mirando El Chavo, sino hacer una monografía un viernes a las 3 de la mañana tomando cafeína para no dormirse.
No es llegar a casa a ver qué preparo mamá para almorzar, sino pensar qué vamos a pedir (o calentar algo que sobró de anoche).
No es ponerse a llorar para que el amiguito que vino a jugar a casa no se vaya, es rogar tener un fin de semana libre para ver a los amigos.
No es contar monedas para el recreo, es agarrarse la cabeza para poder pagar la tarjeta de crédito.
Cuando caés en la cuenta de que creciste y no sabés cómo ni en qué momento pasó, te das cuenta que tu vida está llena de responsabilidades, que muchas veces te impiden hacer cosas que tanto querés. Pero eso no es importante. Lo importante es no perder a la gente valiosa que tenés a tu lado. A pesar de todo, y a pesar de los años.

No hay comentarios:

Publicar un comentario