martes, 9 de marzo de 2010

VAGOnes.

Nuestro vagón está en plena oscuridad, pero es una oscuridad pacífica, porque desde las ventanillas podemos ver una ciudad que se va apagando con el correr de las horas y la entrada de la noche. Ellos, los del vagón siguiente, se encuentran plenamente iluminados, en movimiento, leyendo el diario que salió calentito esta mañana, sumergidos en un libro o en la letra de alguna canción de su reproductor "mp...tanto". A pesar del cansancio, la luz les permite seguir vivos, seguir construyendo su futuro. Ellos están bien.
De este lado de la oscuridad se duerme, o se mira con miedo pasar a algunos cartoneros. Pero nadie se preocupa, nadie se interesa por ir hacia la luz. No sentimos bien sin querer aprender.

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